El ser humano es increíble,
excepcionalmente increíble; a pesar de ser conscientes de que tenemos el tiempo
contado, nos afanamos, sin mostrar el más mínimo pudor, en adquirir y apilar
todo tipo de bagaje, tanto moral como material, bagaje que se quedará ahí
cuando ya no estemos, incluso que no le servirá a nadie, y todo ese esfuerzo y
tiempo que hemos dedicado a engordar nuestro particular tesoro parecerá vano
ante la facilidad con que alguien lo liquidará sin el menor escrúpulo.