domingo, 11 de diciembre de 2016


En mi afán por escribir una historia
a un mundo fantástico viajé
y deseoso de transmitir lo que hallé
lo volqué a un archivo digital de mi memoria
decidido a divulgarlo por doquier.
Y a las “Redes” me lancé entusiasmado
para percibir de mi escrito los rumores
mas de forma inesperada quedé abrumado;
¡cuán enormidad de tuiteros, blogueros y escritores!
Y me dije: si yo también… ¿dónde están nuestros lectores?



     Hola, mi nombre es Julio y acabo de inaugurar mi blog; un blog en el que tengo intención de escribir diversidad de anhelos y reflexiones sobre asuntos cotidianos del día a día, así como de aquellas cosas que uno trata de hacer pero cuyo desarrollo y resultado terminan desviándose de lo que se espera; aspecto muy común a una inmensa cantidad de personas.

     He querido comenzar con una sencilla rima en la que desvelo la sorpresa y desconcierto que he sentido sobre el asunto que me ha llevado a sumergirme en las redes sociales, en algunas de ellas. Y es que hace unos años decidí escribir un libro. La falta de tiempo y medios determinaron que me decidiera por un género que siempre ocupó un lugar en mi mente: “la Fantasía”. Disfruté muchísimo inventando mi particular historia, que plasmé en forma de novela, aunque quizá me extendí demasiado según he podido comprobar al analizar tanto el tiempo del que dispone el lector para dedicar a la lectura como las posibilidades editoriales de mi escrito. En fin, así lo hice y así se ha quedado.

     Aunque fui dándome cuenta “del problema” en mis andanzas por internet, cuando abordé el asunto editorial, me lleve el primer gran chasco; la edición tradicional estaba poco menos que vedada para mí, por el hecho de ser completamente desconocido en el mundo literario. Después de varios intentos con diversas editoriales sobradamente conocidas, no logré el menor resultado a favor de mi deseo.

     En los últimos tres años, más o menos, he ido prestando mayor atención a cualquier noticia que tuviese que ver con la publicación de libros; no he podido quedar más abrumado cuando la afirmación común de los medios es que (sintetizando enormemente el dato) el mercado editorial en España ha disminuido en torno a un 30%, eso hablando sólo de edición en papel, pues aún prevalece, con mucha diferencia además, el mayor gusto por el pliego que por el formato digital, aunque este segundo da mucho más juego tanto por el poco espacio que ocupa como por el tema ecológico en cuanto a la preservación de los tan preciados árboles.

     Por otro lado, también me sorprendió el hecho de que, aunque el mercado editorial haya sufrido un bajón bastante serio, no así lo ha hecho el número de escritores, que más bien ha aumentado, de manera que en nuestro país se escribe bastante más de lo que se es capaz de leer. Eso quiere decir que una gran parte de los que escribimos una historia vemos, con marcada frustración, cómo no llega a ser leída más que por unos pocos o incluso por nadie. Resulta bastante triste. Pero, aparte de la economía de cada cual, que no deja de ser un factor primordial, existe un problema de base bastante serio, extraordinariamente común y de muy difícil solución para todo aquél que sienta el deseo de leer: la ineludible falta de tiempo. (Continuaré)

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